“Queridos hijos, recuerden lo que les digo: ¡el amor triunfará! Sé que muchos están perdiendo la esperanza porque ven sufrimiento, dolor, celos y envidia… Sin embargo, yo soy su Madre. Estoy en el Reino, pero también aquí con ustedes. Mi Hijo me envía nuevamente para ayudarlos. Por lo tanto no pierdan la esperanza, al contrario, síganme, porque el triunfo de mi Corazón es en el nombre de Dios. Mi amado Hijo piensa en ustedes como siempre ha hecho: ¡créanle y vívanlo! Él es la vida del mundo. Hijos míos, vivir a mi Hijo significa vivir el Evangelio. Eso no es fácil. Conlleva amor, perdón y sacrificio. Eso purifica y abre el Reino. Una oración sincera, que no son solo palabras, sino oración que el corazón pronuncia, les ayudará. Como también el ayuno, porque ello conlleva ulterior amor, perdón y sacrificio. Por tanto no pierdan la esperanza, al contrario síganme. Les pido nuevamente que oren por sus pastores: para que tengan siempre la mirada en mi Hijo, que es el primer Pastor del mundo y cuya familia es el mundo entero. Les doy gracias!”
María, Madre de Dios
Luc 1, 43
domingo, diciembre 14, 2014
Mensaje del 25 de noviembre de 2014
“¡Queridos hijos!, de modo especial hoy los invito a la oración. Oren, hijos míos, para que comprendan quiénes
son y a dónde deben ir. Sean portadores de la Buena Nueva y gente de esperanza. Sean amor para todos aquellos que están sin amor. Hijos míos, podrán ser y realizar todo solamente si oran y están abiertos a la voluntad de Dios, a Dios que desea conducirlos a la vida eterna. Yo estoy con ustedes e intercedo día tras día por ustedes ante mi Hijo Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamada”
son y a dónde deben ir. Sean portadores de la Buena Nueva y gente de esperanza. Sean amor para todos aquellos que están sin amor. Hijos míos, podrán ser y realizar todo solamente si oran y están abiertos a la voluntad de Dios, a Dios que desea conducirlos a la vida eterna. Yo estoy con ustedes e intercedo día tras día por ustedes ante mi Hijo Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamada”
Mensaje del 2 de noviembre de 2014
“Queridos hijos, estoy con ustedes con la bendición de mi Hijo, con ustedes que me aman y procuran seguirme. Yo también deseo estar con ustedes, con los que no me aceptan. A todos les abro mi Corazón lleno de amor y les bendigo con mis manos maternas. Soy una Madre que les comprende. He vivido su vida y he experimentado sus sufrimientos y alegrías. Ustedes que viven el dolor, comprenden mi dolor y sufrimiento por aquellos hijos míos que no permiten que los ilumine la luz de mi Hijo, por mis hijos que viven en la oscuridad. Por eso los necesito a ustedes, a ustedes que han sido iluminados por la luz y que han comprendido la verdad. Los invito a adorar a mi Hijo, para que su alma crezca y alcance una verdadera espiritualidad. Entonces, apóstoles míos, de esa manera me podrán ayudar. Ayudarme significa: orar por aquellos que no han conocido el amor de mi Hijo. Al orar por ellos, demuestran a mi Hijo que lo aman y lo siguen. Mi Hijo me ha prometido que el mal nunca vencerá, porque aquí están ustedes, almas de los justos; ustedes que procuran decir sus oraciones con el corazón; ustedes que ofrecen sus dolores y sufrimientos a mi Hijo; ustedes que comprenden que la vida es solamente un abrir y cerrar de ojos; ustedes que anhelan el Reino de los Cielos. Todo eso los hace mis apóstoles y conduce al triunfo de mi Corazón. Por eso hijos míos purifiquen sus corazones y adoren a mi Hijo. ¡Les doy las gracias!”
Mensaje del 25 de octubre de 2014
“Queridos hijos, oren en este tiempo de gracia y pidan la intercesión de todos los santos que ya están en la luz. Que ellos sean un ejemplo y un estímulo día tras día en el camino de su conversión. Hijitos, sean conscientes de que su vida es breve y pasajera. Por eso anhelen la eternidad y preparen sus corazones en la oración. Yo estoy con ustedes e intercedo ante mi Hijo por cada uno, especialmente por aquellos que se han consagrado a mí y a mi Hijo. ¡Gracias queridos hijos míos por haber respondido a mi llamada!”
Mensaje del 2 de octubre de 2014
“Queridos hijos, con amor materno les ruego: ámense los unos a los otros. Que en sus corazones esté siempre, como mi Hijo ha querido desde el principio: en el primer lugar, el amor hacia el Padre Celestial y hacia su prójimo, por encima de todo lo terrenal. Queridos hijos míos, ¿es que no reconocen los signos de los tiempos? ¿es que no se dan cuenta de que todo eso que está en torno a ustedes —lo que está sucediendo—, es porque no hay amor? Comprenden que la salvación está en los verdaderos valores. Acepten el poder del Padre Celestial, ámenlo y respétenlo. Encaminense y sigan los pasos de mi Hijo. Vosotros, hijos míos, apóstoles míos queridos, siempre se reúnen de nuevo en torno a mí, porque están sedientos. Están sedientos de paz, de amor y de felicidad. Beban de mis manos. Mis manos les ofrecen a mi Hijo, que es manantial de agua pura. Él reavivará su fe y purificará sus corazones, porque mi Hijo ama los corazones puros y los corazones puros aman a mi Hijo. Solo los corazones puros son humildes y tienen una fe pura. Les pido esos corazones. Hijos míos, mi Hijo me dijo que yo era la Madre de toda la Humanidad. A ustedes, que me aceptan como tal, les pido que me ayuden con su vida, oración y sacrificio, para que todos mis hijos me acepten como Madre, para que yo los pueda conducir al manantial de agua pura. Les doy las gracias. Queridos hijos míos, mientras sus pastores, con sus manos benditas, les ofrecen el Cuerpo de mi Hijo, den gracias siempre en su corazón a mi Hijo por su Sacrificio y por los pastores que lo dan a ustedes siempre de nuevo.”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)