“Queridos hijos, mientras con preocupación maternal miro sus
corazones, veo en ellos dolor y sufrimiento. Veo un pasado herido y una
búsqueda continua. Veo a mis hijos que desean ser felices, pero no saben
cómo. ¡Ábranse al Padre! Ese es el camino a la felicidad, el camino por
el que deseo guiaros. Dios Padre jamás deja solos a sus hijos, menos aún
en el dolor y en la desesperación. Cuando lo comprendan y lo acepten
serán felices. Su búsqueda terminará. Amen y no tendrán temor. Su vida será esperanza y verdad, que es mi Hijo. ¡Les agradezco! Les pido: oren por quienes mi Hijo ha elegido. No deben juzgarlos,
porque todos serán juzgados”
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